EL PRIMER INTENTO – 2 de diciembre de 1964
El retorno frustrado – El avión negro
1964 estaba tocando a su fin. Arturo Illía gobernaba al país y había ganado las elecciones con nuestro movimiento proscripto.
En octubre el General Charles De Gaulle había visitado el país y los peronistas habiamos marchado al grito de: «¡De Gaulle ? Perón! un solo corazón» o «¡Tercera posición!».
El mundo estaba divido en dos y se pensaba que Francia, bajo el mando de Charles De Gaulle pretendía encabezar un movimiento alternativo entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Desde que Perón había salido del país en la cañonera Paraguay siempre se estaba sospechando su vuelta. Los gorilas temiéndola y nosotros, ansiándola.
Un susurro de pronto en una época en que los rumores circulaban como pan caliente. Volvía Perón y volvía en un «avión negro». El avión negro sobrevolaba al menos en el pensamiento peronista y de los antiperonistas. Ese avión significaba en el imaginario popular la forma en que Perón volvería a la Argentina.
Un día ese susurro se convirtió en ruido, ruido de motores a hélice. Se había puesto en marcha el Operativo Retorno.
Juan Domingo Perón, que vivía en Madrid, subió a la 1.45 hora española del 2 de diciembre de 1964 al avión en el Aeropuerto Internacional de Barajas acompañado por una comitiva de dirigentes.
A las 9,45 hora local Perón llegaba al Aeropuerto de El Galeão de Rio de Janeiro después de nueve años de exilio.
Por expreso pedido del Presidente argentino Dr. Arturo Illía, que había sido electo con el peronismo proscripto, el avión quedó demorado en Río, rodeado por algunos dirigentes que representaban gran parte del peronismo de entonces: Augusto Timoteo Vandor, Delia Parodi, Andrés Framini, Alberto Iturbe y Antonio Lascano.
Después de dos horas de espera en el avión, se presentó João Lampreia Gracie, Jefe de Protocolo de Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, y le comunicó que no podía seguir, que debía volver a España. Ante la pregunta sobre quién había dado la orden, Perón obtuvo la respuesta: «El Presidente de Brasil». Acto seguido se le pidió que bajara para ser trasladado a la zona militar del aeropuerto. Con el argumento de ser un pasajero en tránsito y estar todavía en el avión que es territorio español, Perón se negó. Después de que esta escena se repite y el funcionario brasileño amenaza con remolcar el avión hasta la zona militar, Perón accede a descender. Se queda en el aeropuerto de Río hasta las 23.57 horas en que decide aceptar la orden de regresar a Madrid.
Sin embargo, Crónica anunciaría el aterrizaje de un avión negro en la Plaza de Mayo unos días después. Una bromita de?los muchachos de la Juventud Peronista!!!
En 1964 la CGT estaba dividida y no había atinado a lanzar a tiempo la huelga general que se haría unas semanas después y la escala en Rio quedaría no solo como la interrupción del viaje sino como la frustración de volver a pisar suelo argentino que recién se concretaría, luego de muchas luchas y mucha sangre, ocho años después, el 17 de noviembre del 72.
PERON VOLVIO A LA PATRIA- 17 de noviembre de 1972
Luego del frustrado intento del 2 de diciembre de 1964 que lo dejó varado en el Aeropuerto El Galeão en Río de Janeiro y de su obligada vuelta a Madrid, el retorno de Perón se fue convirtiendo en una vuelta del hijo pródigo, en una odisea esperada, anhelada no sólo por la gran mayoría justicialista proscripta que resistió persecución, tortura, encarcelamiento e incluso fusilamientos, sino también por una juventud nueva que se disponía a dar la vida en cualquier frente.
La situación del país era conflictiva y al mando del gobierno de facto estaba el Gral. Alejandro Agustín Lanusse que, el 7 de julio de 1972, anunció durante una cena de camaradería de las Fuerzas Armadas que para el 25 de mayo de 1973 habría elecciones y que su gobierno no proscribiría al ex presidente Juan D. Perón. Entre las condiciones que se establecieron para los ciudadanos que aspiraran a ser candidatos a cargos electivos se determinó que deberían estar residiendo en Argentina antes del 25 de agosto de 1972.
El 17 de julio, en un acto en el Colegio Militar de la Nación, Lanusse diría:
«…no voy a admitir que corran más a ningún argentino diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: «porque no quiere». Pero en mi fuero íntimo diré: «?¡Porque no le da el cuero para venir!»»
Un mes más tarde, el 15 de agosto, el delegado de Perón, Héctor J. Cámpora, anunció que el General Perón volvería a la Argentina antes de fin de año y el 29 de septiembre Cámpora le entregó al gobierno las Bases Mínimas para el Acuerdo de Reconstrucción Nacional que había redactado Juan Domingo Perón en la que, entre otras cosas, solicitaba un cambio de la política económico-social conforme a los acuerdos de la C.G.T. y la C.G.E., la modificación del papel de las Fuerzas Armadas en cumplimiento de la Constitución Nacional, la garantía de neutralidad en los comicios y el levantamiento del estado de sitio.
Finalmente el 7 de noviembre el delegado de Perón anunció que el tan esperado regreso tendría lugar el día 17.
A partir de ahí todos los peronistas pusieron manos a la obra y a los pinceles para hacer unas pintadas -así se llamaban lo que ahora llaman graffiti- con laP y la V.
Y también otra muy imaginativa con la leyenda LE DA y al lado el dibujo de un cuero.
A PERÓN LE DA EL CUERO
Todos, desde cualquier posición del peronismo, se empezaron a organizar una gran movilización popular para ir a Ezeiza y así garantizar el ansiado retorno de nuestro querido General.
Perón se trasladó a Roma el 14 de noviembre en donde fue recibido por el Primer Ministro del gobierno italiano, Giulio Andreotti.
El 15, antes de partir del Aeropuerto de Fiumicino en el charter de Alitalia que lo traería al país, hizo estas declaraciones:
«? Como en los viejos tiempos, quiero pedir a todos los compañeros de antes y de ahora, que dando el mejor ejemplo de cordura y madurez política, nos mantengamos todos dentro del mayor orden y tranquilidad. Mi misión es de paz y no de guerra. [?]
Desde que todos somos argentinos, tratemos de arreglar nuestros pleitos en familia porque si no serán los de afuera los beneficiarios. Que seamos nosotros, los peronistas, los que sepamos dar el mejor ejemplo de cordura. [?]
Pocos podrán imaginar la profunda emoción que embarga a mi alma ante la satisfacción de volver a ver de cerca a tantos compañeros de los viejos tiempos, como a tantos compañeros nuevos, de una juventud maravillosa que -tomando nuestras banderas para bien de la Patria- están decididos a llevarlas al triunfo. Hasta pronto y un gran abrazo para todos.»
Al mismo tiempo se publica una solicitada en los distintos medios gráficos del país A los compañeros peronistas:
«Antes de que noticias malintencionadas puedan llegar al pueblo argentino, deseo ser yo quien les informe sobre mi proyectado viaje a la patria […]
El gobierno ha manifestado por boca de su presidente, que está dispuesto al diálogo y que yo puedo regresar al país cuando y como lo desee, con todas las garantías. Ello me ha impulsado a retornar a la patria después de dieciocho años de ostracismo, por si mi presencia allí puede ser prenda de paz y entendimiento, factores que, según veo, no existen en la actualidad.
Ya van a ser casi treinta años en que me encuentro empeñado en alcanzar tales soluciones y anhelo, si ello es posible, prestar quizás mi último servicio a la patria y a mis conciudadanos. Por eso, a pesar de mis años, un mandato interior de mi conciencia me impulsa a tomar la decisión de volver, con la mejor buena voluntad, sin rencores que en mí no han sido habituales y con la firme decisión de servir, si ello es posible. [?] Espero, Dios mediante, estar con ustedes el día 17 de noviembre próximo. Hasta entonces, un gran abrazo sobre mi corazón».
El 16 por la mañana la comitiva ofrece una misa celebrada conjuntamente por el Padre Jorge Vernazza y el Padre Carlos Múgica en la Catedral de San Pedro para agradecer a Dios por ese viaje que van a emprender con el Líder.
A la noche parte el chárter con escala Dakar y destino final el Aeropuerto Internacional de Ezeiza en Buenos Aires.
En el vuelo del DC8 Giuseppe Verdi de Alitalia venía, junto al General, una comitiva especial de 130 reconocidos compañeros integrada por el Presidente del Partido Justicialista de la Capital Federal y los de todas las provincias, miembros de la Confederación General del Trabajo, de las 62 Organizaciones, empresarios, ex funcionarios y legisladores, científicos, artistas, profesionales, sacerdotes y deportistas:
Abel Cachazú, Abelardo Arce, Adalberto Wimer, Alberto Fonrouge, Alberto Rocamora, Alejandro Abiati, Alfredo Gómez Morales, Angel Miel Asquía, Ángel Robledo, Aníbal Demarco, Antenor Gauna, Antonio Cafiero, Antonio Campos, Antonio S. Castro, Aquiles Regazzoli, Armando Juri, Arturo Pons Bedoya, Benito Llambí, Bruno Porta, Buenaventura Vai, Carlos Benítez, Carlos Caro, Carlos M. Lascano, Carlos Menéndez, Carlos Mugica, Carlos Saúl Menem, Carlos Seeber, Carlos Snopek, Casildo Herrera, Celestino Marini, Chunchuna Villafañe, Deolindo Bittel, Eduardo J. Forteza, Eduardo Luis Duhalde, Eduardo P. Zetti, Elías Adre, Eloy Camus, Emilia Poll de Aruj, Emilio F. Mignone, Enrique A. Svrsek, Enrique Basualdo, Enrique Cresto, Enrique Gau, Enrique Guillamón, Ernesto Carrasco, Ernesto Fatigatti, Estanislao Rosales, Esther de Sobrino, Fernando S. González, Fidel G. Peralta, Florencio Carranza, Guido Di Tella, Guillermo Amarilla, Guillermo Solveyra Casares, Héctor J. Cámpora, Héctor Sustaita Seeber, Horacio E. Apicella, Horacio Farmache, Horacio Pietraglia, Hugo Baldi, Hugo del Carril, Irene Román, Jesús Otero, Jesús Porto, Jorge Cepernic, Jorge Descotte, Jorge Gianola, Jorge Morganti, Jorge Taiana, Jorge Vernazza, Jorge Waisman, José A. Sánchez Toranzo, José F. Sanfilippo, José H. Martiarena, José María Castiñeira de Dios, José María Rosa, José Muñoz Azpiri, José Rodríguez, Juan Carlos Gené, Juan D’Alesio, Juan M. de Anchorena, Juana Larrauri, Julio Palarea, Julio Quinteiro, Julio Romero, Leonardo Favio, Leopoldo Frenkel, Lorenzo Miguel, Ludovico Lavia, Luis Longhi, María M. de Puig, Marilina Ross, Mario Franco, Marta Lynch, Maximiliano Castillo, Miguel Angel Barrau, Miguel E. Bellizi, Miguel Revestido, Miguel Vinardelli, Nélida de Miguel, Nilda Garré de Copello, Orlando Santos, Oscar Alonso, Oscar R. Bidegain, Oscar Ratti, Otto Calace, Pedro Cámpora, Pedro J. Bonnani, Pedro Maratea, Ramón Moreno, Raúl Lastiri, Raúl Matera, René E. Bustos, Ricardo F. Anzorena, Ricardo Obregón Cano, Roberto Pettinato, Rodolfo A. Ponce, Rodolfo Desperbasques, Rodolfo O. Vittar, Rodolfo Ortega Peña, Rogelio Coria, Santiago Mele, Saturnino Funes, Silvana Roth, Sra. de Campano, Sra. de Lastiri, Sra. de Porta, Valentín Irigoyen, Vicente Saadi, Vicente Solano Lima.
El mismo 16, mientras Perón viajaba con su comitiva, el gobierno nacional empezó a tomar todo tipo de medidas de seguridad y dispuso fuerzas militares en las cercanías del Aeropuerto de Ezeiza con el argumento de que era para garantizar la seguridad física del ex presidente.
Ese 17, bajo la lluvia implacable, ansiosos y entusiastas, los militantes peronistas acudían de todos los rincones del país. La lluvia no impedía el traslado ni el entusiasmo. Nadie hacía diferencias desde dónde se venía ni con qué vestimenta ni con qué ideas. Todos tenían un fin común: ir a recibir a Perón.
Los compañeros de La Matanza enfrentaron no sólo las inclemencias climáticas y, aunque parece casi imposible, consiguen vadear el río Matanza bajo la lluvia implacable y, a pesar de las fuerzas de seguridad que estaban apostadas para impedir su paso y con las que tuvieron escaramuzas?
Costase lo que costase, la decisión era implacable: Perón tenía que pisar el suelo patrio.
Después de quince horas de viaje, a las 11.20 horas el DC-8 aterrizó en suelo argentino y Perón fue trasladado al Hotel de Ezeiza. Allí estuvo retenido hasta la madrugada del sábado 18 en la que se dirigió a la casa de Gaspar Campos en Vicente López.
Así al mediodía de ese viernes lluvioso de noviembre se concretaría la simbología de esa consigna PERÓN VUELVE en el hecho indiscutible. Por eso esa histórica jornada fue declarada como «DIA DE LA MILITANCIA».
Así otra vez quedaba sellado como el 17 de octubre el pacto de lealtad entre Perón y el pueblo.
Ese día la única verdad fue la realidad en Ezeiza: ¡Perón volvió!
¡Le dio el cuero!
¡Así se concretaba el tan esperado encuentro con su pueblo!
EL RETORNO DEFINITIVO
El 15 de junio, a escasas tres semanas de su asunción, el Presidente Cámpora se trasladó a Madrid con el fin de acompañar a nuestro líder en su retorno definitivo. Cuando llegó a Barajas no había nadie esperándolo del entorno íntimo de Perón que vivía con él en la Quinta 17 de octubre. El Generalísimo Francisco Franco -«caudillo de España por la gracia de Dios» como rezaban las pesetas- lo trató a Cámpora como Jefe de Estado y lo invitó a asistir el 16 de junio a la noche a la recepción de gala en su honor en el Palacio de Oriente a la que también estaba invitado Perón.
Desde el Aeropuerto de Barajas Cámpora se dirigió a la Quinta de Puerta de Hierro para intentar persuadir a Perón de ir juntos a cena de agasajo.
Cuando llegó el General estaba descansando. Salió a recibirlo en guayabera y le comunicó que no podría asistir a la velada oficial porque tenía el compromiso de cenar con unos amigos. A partir de ese momento
Perón lo ignoró durante toda su estadía en España.
Perón y Franco se vieron la cara el 20 de junio alrededor de las 6 de la mañana en el Palacio de Moncloa en donde estaba alojado el Presidente Cámpora.
En esa oportunidad tempranamente matutina hablaron los tres a solas. A la salida se sacó una foto de los tres.
Perón partiría esta ves desde Barajas el 19 de junio en Boeing de Aerolíneas Argentinas, ese mismo 19 la CGT decreto paro para que los trabajadores puedan ir a Ezeiza. En todos los bastiones peronistas de cualquier tendencia el pueblo empezó a juntarse para encaminarse hacia el Aeropuerto.
Había todo tipo de gente, organizada, espontánea, hombres, mujeres, chicos, ancianos, gente de diferentes niveles sociales, militantes, curiosos, obreros, estudiantes, gente que venía de todas las provincias viajando desde largas distancias. Fue la concentración más multitudinaria de toda la historia argentina.
El retorno definitivo de Perón era la culminación de un proceso de consenso nacional.
Esta vuelta tendría que haber sido el paroxismo de la paz y la alegría.
Mil palomas habían sido amaestradas para dibujar en el cielo un símbolo de paz y los músicos del Teatro Colón iban a tocar el Himno Nacional. Sin embargo, los enfrentamientos internos provocaron disturbios y hechos de violencia que empañaron lo que debía haber sido una jornada gloriosa para nuestro movimiento.
Perón regresaba definitivamente a la Argentina y lamentablemente no podría aterrizar en Ezeiza en donde la multitud que se había movilizado con alegría desde todos los rincones de la Patria empezaba a volver frustrada y desconsolada por los hechos acontecidos que impidieron que el avión que traía al General aterrizase en Ezeiza.
Cuando el Boeing estaba a la altura de Porto Alegre se decidió que la nave aterrizara en el Aeropuerto de la Base de Morón adonde llegó un poco antes de las 17 horas.
El General Perón hablo por cadena de radio y televisión agradeciendo a todos los que se habían allegado a Ezeiza a darle la bienvenida y expreso:
«Tenemos una revolución que realizar; pero, para que ella sea válida, ha de ser de construcción pacífica y sin que cueste la vida de un solo argentino. No estamos en condiciones de seguir destruyendo frente a un destino preñado de asechanzas y peligros. Es preciso volver a lo que en su hora fue el apotegma de nuestra acción: «De casa al trabajo y del trabajo a casa». Sólo el trabajo podrá redimirnos de los desatinos pasados» [?]
«Nosotros somos justicialistas. Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes. No creo que haya un argentino que no sepa lo que ello significa. No hay nuevos rótulos que califiquen nuestra doctrina ni nuestra ideología: somos lo que las veinte verdades peronistas dice… Los viejos peronistas lo sabemos. Tampoco lo ignoran nuestros muchachos que levantan nuestras banderas revolucionarias. Los que pretextan lo inconfesable, aunque cubran sus falsos designios con gritos engañosos, o se empeñen en peleas descabelladas, no pueden engañar a nadie. [?] No es gritando como se hace patria los peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro movimiento, ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo de abajo o desde arriba.»
Ese 20 de junio histórico para La Patria para el Movimiento, que combinó alegría tristeza, el General Perón volvía a la Patria en forma definitiva, luego de dieciocho años de exilio